miércoles, 25 de noviembre de 2015

Realismo y naturalismo literarios


Belize - Stab my Heart (Videoclip Oficial)




Darling gonna stab my heart
Aguijón herido
No te quedes en mi piel
Tan pronto haya vencido buscas Me habré iVoy a desaparecer Si me
do lejos de… You're gonna stab my heart
do, No me quieras convencerDarling gonna stab my heart Soñador rend
i Si no vienes conmigo, ¿Cómo te voy a querer? Si me buscas
try To help you find Me habré ido lejos de… You're gonna stab my heart But I wil
lthe way back home
y heartYou're gonna stab
m

martes, 17 de noviembre de 2015

Can Cerbero

En la mitología griega, Cerbero (en griego Κέρβερος Kérberos, ‘demonio del pozo’), también conocido como Can Cerbero, era el perro de Hades, un monstruo de tres cabezas en la tradición más común pero de cincuenta cabezas según Hesíodo, con una serpiente en lugar de cola.


El griego es una lengua que goza de un enorme prestigio desde la época clásica. Hasta tal punto es así que en la antigua Roma —conquistadora de Grecia— no se podía ser una persona culta sin saber griego. Por eso ya el latín tomó prestados numerosos helenismos. Estos pasaron después al léxico del castellano y de las otras lenguas románicas. Se trata de palabras tan arraigadas que lo último que pensaríamos es que se trata de grecismos. Es léxico que abarca todas las parcelas de la vida cotidiana, por ejemplo:
Partes del cuerpo: cadera, esqueleto, arteria
Animales: camaleón, sepia, medusa, dromedario
Plantas: geranio, plátano, mirto, narciso
Formas literarias: teatro, tragedia, comedia
Vocabulario del cristianismo: monje, obispo, iglesia, Cristo
Otros: bodega, botica, cátedra, sandalia, tisana
La lengua griega comunica su prestigio a todo lo que toca. Por eso muchos términos cultos, técnicos y científicos se forman sobre raíces griegas, por ejemplo, filología, geografía, cosmonauta, licántropo, pterodáctilo, leucocito, psicosis, alopecia, etc.
Para comprobar cómo ennoblece el griego, no hay más que comparar algunas palabras formadas sobre raíces helenas y sus equivalentes más castizos. Ir a misa no está mal si uno es católico, pero no tiene ni punto de comparación con asistir a la eucaristía. El oculista seguramente preferirá que le llamemos oftalmólogo; y no digamos cómo se puede poner el callista si no le tratan de podólogo. Y, puestos a elegir, siempre será más fino padecer hemorroides que tener almorranas. Las realidades son las mismas; lo que cambia son los nombres. Claramente, el griego suena más importante.
Esta importancia que posee y que comunica explica que sea un filón de marcas comerciales, por ejemplo, Nike y Kappa (ropa deportiva), Kouros (perfume), Olympia (máquinas de escribir), Naxos (discográfica), Clio (modelo de automóvil), Ajax (limpiador), Amazon (librería por Internet), etc.
Por último, muchos nombres de persona tienen esta procedencia. Algunos de ellos son de uso corriente en el ámbito hispánico, como Andrés, Alejandro, Ángeles, Catalina, Esteban, Felipe, Irene, Jorge o Sofía. Otros no lo son tanto, por ejemplo, Anastasia, Aniceto, Cosme, Demetrio, Dorotea y Teófilo. Y unos cuantos suenan hoy francamente raros (que me perdonen los lectores que puedan llamarse así, pero ellos lo saben mejor que nadie): Agapito, Eufrasia, Eulalia, Eulogio, Eustaquio, Macario, Pacomio, Pancracio, etc.
En definitiva, los helenismos, tan frecuentes en castellano y en todas las lenguas de Europa, forman una parte viva del legado de la Grecia clásica, que sigue irradiando cultura a través de los siglos. Estas palabras conforman nuestra manera de hablar de una parte sustancial de nuestra realidad actual, desde la vida cotidiana hasta los ámbitos más cultos o técnicos.